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Fercha, la percha…



“Mi mamá cree que soy como un ángel, pero con alas de murciélago” Dice Fercha la percha, quien cambió los ripped jeans, o pantalones rotos, por los kimonos de seda con margaritas rococó; y así con sus tatuajes como hilos atados a su colorida silueta, seguirá siendo el hijo prodigio de la vieja lavandera, que revuelve la olla con su pobreza franciscana, en el barrio de la Magdalena, de este pueblo absurdo de miserias.


Cumplió los treinta y tres, y tiene intacta su piel lozana, que alimenta con emplastos de sábila, para gozar con las tarjetas de un viejito sabrosón, que como un cheque al portador, le paga todas las cirugías de senos, nalgas y dientes, como a todas las chicas del montón. ­_Dice riendo a carcajadas, pues no hay mujeres feas, sino mujeres con maridos pobres.


¿Qué toma usted?" "No bebo, contesta". "Y deveras no bebe._ Ese es uno de mis peores defectos, pero más vale ser mal recuerdo que pasar al olvido, exclama el divo, en la casa de lenocinio más antiguas de la ciudad del sol, en donde una noche de hambre, se borró el nombre Fernando Fresán, y se profesionalizó de prostituta, cuando tenía 18. No hubo lugares pardos que no conociera, desde los antros del barrio Santafé en Bogotá, pasando por los bares “Donde aquellos” en Medellín, hasta llegar a la zona de tolerancia por la carrera once con primera.


La unisexual que amanece en cualquier cama, bien sabe que a su hermosura, le queda poco tiempo, y que a los años no le caben tantas cirugías, como tampoco le aguantará la chequera al setentón, para comprarse otro juguete de ocasión. Descarado como él solo y de una sinceridad suicida, espera que el cucho le dure mucho tiempo. Como si tuviera los días contados.


Entre risas y piropos, le siguen los muchachos en busca de nuevas conexiones, esos mismos jóvenes, que huyen de sus hogares violentos, porque también fueron expulsados de la patria de su infancia. Una historia helada, cómo la de nuestra tierra, que de verde se fue en línea recta hacia la nada.


ESCRITO AL MARGEN: Otra vez en elecciones. Y los que ya van saliendo de sus puestos, donde no hicieron nada, sino desastres, curiosamente salen a los medios de comunicación a sentar catedra de eficiencia administrativa, como dando patadas al aire, (con la cara baja, el rabo apretado y la dignidad maltrecha), pero la opinión pública que no es boba, vaticina que cualquiera que venga hará un gobierno superior al actual, porque igual no lo soportaría el pueblo. Y peor es imposible.

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