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El verdadero y real enemigo de la paz


Estimado lector – Lo invito a reflexionar sobre los pensamientos de un notable personaje hindú, místico y

premio nobel de literatura Rabindranath Tagore en el tema de la espiritualidad que tanto necesitamos en la actualidad por el estado nacional que nos encontramos.


Hay dos personas dentro de cada uno de nosotros. La primera es el EGO quien quiere tener la razón y cree que está separado de todos los demás y que ha de competir contra ellos. Por consiguiente, se esfuerza no

solo en tener más cosas, sino que sean las más caras. Se siente mejor cuando puede vencer a alguien y evalúa sus méritos como persona basándose en su capacidad de destacar sobre aquellos a quienes desea conquistar. Si consigue ser el número uno su sueño se hace realidad.


El EGO no solo le gusta ganar, sino que lo necesita desesperadamente y siempre ansía algo. Se regocija en sus éxitos, dinero, poder, gloria, cuenta sus trofeos, recompensas y condecoraciones. Puede tener los coches más llamativos, esplendidas mansiones, los trajes más selectos, los alimentos más exquisitos, las drogas más espectaculares, el sexo más pervertido y todas las formas posibles de placer y cuando todas estas

cosas se han agotado o han pasado de moda aparece una nueva lista de demandas. No es posible encontrar la satisfacción plena mientras quede alguien a quien vencer, su esfuerzo es un espejismo que jamás lo logrará.


La segunda persona que habita en nosotros es el ESPIRITU. No tiene interés en ninguna de las cosas que atrae al EGO. No le interesa en absoluto adquirir cosas y menos en vencer a los demás. De hecho, nunca se compara con nadie. Solo quiere una cosa y cuando esta cosa aparece nada le distrae, pasa por alto las necesidades

de su omnipresente gemelo el ego y solo desea la paz.


Cuando ha de competir, compite, pero sin necesidad alguna de estar por encima de los otros competidores. Sabe disfrutar plenamente de sus posesiones, pero no se deja dominar de ellas. Mientras los mantras del ego incluyen más y mejor, el mantra del espíritu es siempre el mismo, paz.


El espíritu irradia esta paz a los demás y promueve la tranquilidad en todo momento. Si no estamos en paz con nosotros mismos, si no encontramos descanso en uno mismo es imposible pretender guiar a otros en la búsqueda de la paz, porque estando en paz consigo mismo es la medida más segura de comenzarlo estar con los demás, evitando establecer reglas para los demás y excepciones para nosotros, porque tenemos que entender que el primero de los bienes después de la salud es la paz interior, dado que la base de la felicidad que es el objetivo de nuestra existencia, es la salud.


La pasión por dominar a los demás es la más terrible de todas las enfermedades del ser humano, porque hay suficiente en el mundo para cubrir las necesidades de todos los hombres, pero no para satisfacer la avaricia y la codicia de algunos.


Aquí están nuestros dos eternos compañeros, el ego y el espíritu. El interrogante no es como acabar con uno en favor del otro, sino como subyugar esa parte que nos hace vivir en un constante torbellino, de dominio, de avaricia, odio, violencia, injusticia, desesperanza y que nunca nos deja disfrutar de la paz.

LA PAZ INTERIOR, ES LA SENSACION DE HACER EL BIEN Y DE HABER ACTUADO BIEN

Aspiramos que todo lo comentado se logre aclarar y entre todos nos instituyamos en generadores de verdaderos procesos de desarrollo social, esos, donde la igualdad y la justicia social son ineludibles

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